Vivir es un drama, hay drama para todo, hasta para comer, respirar y amar! Mi vida, mi drama! Soy ValdeDrama!
lunes, 10 de diciembre de 2012
Aun no.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Mi papá.
lunes, 12 de noviembre de 2012
El olor de los gatos.
lunes, 29 de octubre de 2012
Extraño.
miércoles, 24 de octubre de 2012
Esas frases.
domingo, 21 de octubre de 2012
Sentado en este sitio.
viernes, 19 de octubre de 2012
Por raticos.
miércoles, 3 de octubre de 2012
A su lado.
viernes, 7 de septiembre de 2012
Arreboles.
domingo, 22 de julio de 2012
La verdad (Esos besos que no son míos III)
Desequilibrio de amor.
viernes, 15 de junio de 2012
Lagrimas de sangre.
Un día cualquiera, preparó café negro, se puso una bata blanco, se pintó los labios, se trenzó el cabello y se sentó en una silla de la sala frente a la puerta de entrada, tomó sus cigarrillos y empezó a fumarlos uno a uno, esperando que fueran las 7 de la noche. Apagó la luz y solo el rojo de su cigarrillo se iluminaba mientras aspiraba grandes bocanadas que incrementaban su determinación a hacer lo que iba a hacer. Pasaba las 7 y 30, las luces del automóvil del doctor resplandecieron la sala al entrar por el gran ventanal con motivos católicos. Escuchó como la puerta eléctrica del garaje se abría, dándole paso al automóvil que se detuvo antes de chocar con la pared. Había sido un día arduo de cirugías y de consultas de pacientes y el doctor solo tenia en su mente cenar y dormir, pero no dormir para siempre. Así que sacó las llaves de su portafolio y abrió la puerta de su casa, donde hallaría a su amada esposa. Juanita aspiró el humo del cigarrillo, miró como su esposo abría la puerta y se posaba en medio de esta, deshizo su carrizo sacando una pequeña arma que escondía celosamente. Hola amor, pronuncio con desprecio, propinándole tres impactos de bala en su frente. El cuerpo del medico cayó impactando el piso de cerámica. Y la sangre emanó de su frente como un nacimiento de un río, haciendo una gran mancha e impregnando el ambiente de un hedor a hierro. Juanita le cegó la vida a quien le dio vida, tras encontrarla en el psiquiátrico. Cuando los vecinos acudieron tras los ruidos en la casa Valder, vieron a Juanita con el arma en una mano y en la otra un cigarro fumado a medias, mientras farfullaba que era libre. Tanto deseo su antigua vida, que en el mismo pabellón psiquiátrico donde vio por primera vez al doctor Valder, pasaría el restó de su vida, añorando jugar en la granja de Portland donde pasó su infancia.
lunes, 11 de junio de 2012
Charlando con Kopp.
domingo, 6 de mayo de 2012
De la violencia y otros demonios.
Lo vi crecer.
Lo vi morir. Desde que estaba en mi vientre, pensé que sería la madre más
orgullosa del mundo. De hecho, lo he sido. Pero ya no soy su madre, al menos no
en la tierra. Y es que fue tan pronto que no pude despedirme, que no pude
volver a sentir sus saludos, sus gritos, su inconformidad de joven, sus insistentes
permisos y el dinero de más para salir por ahí. Siempre vi que Harold era desde
niño un ser muy diferente a los demás. Siempre fue tan elogiado por sus
compañeros en el colegio, tan risueño, tan lindo con todos, era mi muchachito.
Podía no ser el mejor estudiante, pero siempre me hizo feliz que lo intentara.
Pero que repelente era para el estudio, una lidia para que hiciera las tareas.
Solo quería estar con esos muchachos, esos que eran oscuros, que quien sabe cuánto
mal habían hecho en sus casas. Pero quien le quitaba de la mente a mi Harold
que esos no eran amigos, que ellos no lo dejaban ver la realidad y le crearon
unas fantasías de poder tan fantasiosas como efímeras. Es duro saber que ya no
crecerá más, que no lo tendré a mi lado. Pero hay algo que no puedo comprender,
cuando él murió la gente comentaba sobre sus planes, sus deseos y fantasías, yo
no podía creer que tuviera grandes ambiciones de crecer de manera exponencial,
sin el sudor debido. ¿Qué fue lo malo que pasó? No comprendo de cuando a acá,
los jóvenes ya no querían libros sino ese respeto impuesto por las armas.
Las noches de enero son cálidas así que algunos integrantes de la fiesta se trasladaron al jardín delantero entre ellos Harold que les presumía a sus amiga Ximena y Gregorio, el celular que con esfuerzo su papá y yo le habíamos regalado para Navidad. La celebración se detuvo en segundos, cuando uno de los muchachos, creo que su nombre era Mauricio, salió corriendo hacia el interior de la casa, y un hombre con barba entró tras él, pero nadie notó algo fuera de lo normal. Y fue entonces cuando una ráfaga de sonidos aturdidores se escuchó y empezaron a correr sin saber de dónde venía tal estruendo. El caos se apoderó de la fiesta y empezaron a correr, a refugiarse, a buscar un escondite y otros, como mi hijo, se arrojaron al piso. Sonaban disparos, gritos, “Corran”, disparos, lágrimas y más disparos. Todo cesó. “Salgan de allí, Harold salga”, alguien grito… Y en ese momento mi hijo, sin nada que deber, solo algunas materias en la Universidad, sin saber con quién se juntaba, y estudiando para defender culpables e inocentes, riendo y festejando, y con el corazón en la mano decidió levantarse, su plan de huir del lugar se frustro en segundos. El hombre de barba salió de la casa, cumpliendo su labor de terminar con la existencia de su colega sicario, saldando las deudas de su vil negocio, cuando se percató que una masa se movía hacia él, en un intento de ponerse de pie, el hombre disparó tres veces y corrió hasta su motocicleta, ahogando cualquier sonido de la noche. El primer de los disparos dio en la pared, el segundo en el nuevo celular y el último terminó cegándoles la vida a mi hijo y luego a Gregorio; los dos jóvenes con sus cabezas juntas protegiendo a su amiga en común, fueron sorprendidos por la bala que les atravesó las cabezas, quitándoles la vida. ¿Era justo aquello que sucedía? Faltaron segundos para que hijo dejara esa casa. Néstor se había detenido instantes antes, pues había visto a varios chicos gritar y correr por sus vidas, pero nunca pensó que era mi hijo quien había perdido la vida tan injustamente. El alborotó de los vecinos me despertó y minutos después, estaba sentada al lado de su cuerpo, tragándome el dolor de madre, viendo como la sangre de mi único hijo, emanaba como una línea que huía del yacimiento.
En esos momentos me pasaban muchas cosas por la mente. Pero no podía responderlas. Solo el dolor era mi vivir, mi pensar y mi existir. Él no vivía aquí, él no tenía nada que ver con ellos, él solo entró a saludar, él solo debía esperar a su amigo para despedirse. Despedirse para irse a la Universidad, no al Cielo. Mi hijo Harold, ni único hijo, mi abogado, mi soñador; sueños que se quedan, una vida menos, una estadística más, un abogado menos, una cripta más. ¿Cuándo las cosas se van a hacer de otra manera?, ¿cuándo los inocentes dejaran de pagar culpas ajenas? ¿Porque la violencia se ha convertido en algo de leer en periódicos amarillistas? Mi hijo hace parte de esas páginas. Páginas de mi vida que no entiendo. Espero que mi fe, no deje que respire odio y venganza que den continuidad a un ciclo. Porque la muerte de mi hijo es el inicio y el fin de la venganza, porque no quiero que más madres sufran, que no maten a sus hijos. Nadie merece morir de esta forma.
jueves, 3 de mayo de 2012
Voz.
martes, 27 de marzo de 2012
domingo, 18 de marzo de 2012
Andrés. Por Tere.
No me gustan los domingos a amanecer lunes, porque
ese día lo mataron, no me gustan los lunes porque ese día lo velamos, no me
gustan los martes, porque ese día lo enterramos, no me gustan los miércoles, porque
ese día tuvimos que hacer el anhelado viaje sin él, no me gustan los jueves, porque
ese día lo seguimos llorando, no me gustan los viernes, porque siempre lo
esperamos, no me gustan los sábados, porque fue el último día que lo vimos;
en fin todos los días sin él son de tristeza y de una espera sin retorno.
Este pensamiento, lo escribió mi
tía Tere, para Andrés Escarria.
sábado, 17 de marzo de 2012
Esos besos que ya no son míos II.
Solía pensar que el amor no era real, que era una ilusión que siempre se acaba. Amar por amar, y romper a llorar, es lo más cierto y profundo del alma. Ahora que tú te marches, no seré nada, mi mundo pequeño será, mi alma, mi cuerpo y mi voz no servirán de nada, pues sin ti yo no soy nada y mi corazón con trocitos de hielo estará, seré una niña huraña, una niña triste que abraza su almohada, mojada en lágrimas, tirada en la cama, mirando la tele y no viendo nada. Las noches de juerga serán amargas, reiré sin ganas, con una sonrisa pintada en la cara, un pobre actor que olvido el guion, pero sabré que al fin y al cabo tan solo son palabras que no dicen nada.
Que no daría yo por ver tu mirada, por ser como siempre los dos,
mientras todo cambia. Ver como nuestras sonrisas opacan el smog de
incertidumbre que se enraíza en nuestro caminar. Pero juntos tomados de la
mano, viendo el atardecer de cada día, podríamos llegar a susurrar a cada uno
un te amo. Sé es estoy enamorada de tu mirada, es que es tan profunda, que se
mete en mi alma, la eleva y la inunda. Estoy enamorada de tus manos, de
tu lengua y hasta de tus oídos. Estoy enamorada de tu piel tan trasparente.
Estoy enamorada de las cicatrices de varicela en tu labio superior, que bailan
cada vez que dices mi amor. Antes de ti, jamás imagine que un día iba a
sentir algo así y que un amor tan mágico viviría. Fuiste la luz de mi vida, mi
musa preferida, pero todo se acabó. Fuiste un tango, puro y duro, que ya no
quiero ni cantar. Fuiste un caballero de verdad. Que duró 15 minutos y ahora me
dejas en luto. Fuiste todo, pero fuiste. Y recuerda que nunca dejaras de mi
boca escuchar y decir que: Yo quiero ser tu amor por siempre, por siempre, por
siempre. Dejaras un gran dolor en mí. Te iras llevándote consigo la ilusión que
un día tu serías solamente para mí. Cuando estés tu sin mí, y ya no sepas que
hacer con tanto amor, ese que era para mí, al viento lo podrás dar, para que de
él, miles de mariposas vuelvan a volar. Comprenderé algún día, no lo sé, que el
amor que un día yo te di, no alcanzó a llenarte el corazón y por eso entenderé
que tú te vas, alejándote de mí y sin mirar hacia atrás. Ese amor, que tan
locos nos hizo, ya sé que hoy si se fue y nunca más volvió.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Otro semestre que pasa.
martes, 28 de febrero de 2012
Dos sacerdotes amantes.
Una pareja de novios se suicida, es una pareja de
sacerdotes, estos hombres que a pesar de ser ministros de la iglesia católica,
que no ve con buenos ojos las relaciones entre mujeres o entre hombres, pero no
es por ser una relación de homosexual, pues este término no se conocía en la época
antes de Jesús. Lo que se sabe es que es una mala interpretación de un pasaje bíblico
donde se condena la prostitución masculina.
La frase que se dice en la eucaristía y que tanto predico Jesús “Amanse los unos a los otros” viene con excepciones. Cuanto duele amar, que es preferible morir. Cuanto duele no estar al lado de esa persona que te cuida, que te pregunta como estas, que te ayuda en la enfermedad… independiente que sea mujer o hombre. Yo creo que uno debe amar a alguien sin importar su sexo.
Estos hombres, imagino, que en su soledad, en su
encierro, en su devoción a Dios, en su castidad inmaculada y terrena, pudieron
conocer que era amar. Es como el caso de los dos judíos homosexuales en
Alemania, llevados a un campo de concentración y con sus miradas desde lo
lejos, podían decirse cuanto se amaban, incluso podían sentir sus besos y
caricias, mientras eran vigilados por los guardias Nazis. En estas situaciones,
es cuando uno se pone a pensar que es el amar y si vale la pena morir por ello!
Morir por lo que uno tanto desea, porque el mundo es ciego y amenaza con convertirte en un muerto en vida.
Esos besos que ya no son míos.
Una pequeña historia, que resultó de un momento sentimental por el que pasé. Como siempre he cambiado el orden de los factores y los personajes. Afortunadamente solo fue una historia, que fue real.
Lo único que hizo mal, fue vivir lejos. Su amor, aunque para ella intacto, empezó a derrumbarse. Las redes sociales hicieron que tuvieran más celos, que se cuestionaran lo que les sucedía. Estaban en un mar de sombras. Pero ella se confió de lo dicho por él; se reprochaban lo que se decían por mensajes, sabían que no hablaban bien o mejor dicho que no sabían que palabras utilizar en el momento de sus discusiones. Esas palabras los afectaban a ambos, sin querer llegar a eso. Presumían conocerse y se recalcaban este hecho, pero en si no se conocían. Eran dos extraños que se llamaban a diario y compartían cada momento de sus vidas convertidos en códigos binarios. Algunas cosas faltaban, colgaban y se volvían a llamar para decirlas. Bueno, algunas veces esto si sucedía, pero en su gran mayoría se alcanzaban a decían todo.
Ella no entendía que estaba pasando. De nuevo su corazón estaba quedando solo. Sólo con su soledad, sólo con sus sentimientos, su amargura y su tristeza. Otra vez lo lúgubre de su vida tomaba el poder en ese barco a la deriva. Que angustia tan increíble, que desgracia tan infinita estaba pasando. Se preguntaba ¿Qué era lo que estaba haciendo mal? ¿Qué fue lo que no hizo o dejo de hacer? ¿Porque no se dio cuenta antes? ¿Que eran esos cambios?, ¿Eran evidentes o solo era ella que lo sentía? ¿Porque él no le decía la verdad? ¿Qué fue lo que hizo? Eso siempre se lo preguntaría.
Suspiraba para no llorar. Pero en su casa, sentada junto a su gato, veía como sus sentimientos se despilfarraban por sus mejillas impactando en el piso. Pensó que ese mismo instante lo estaría sufriendo él, por no tenerla a su lado. Esto no era justo. Tal vez no había culpables, tal vez solo eran ellos dos los culpables, pero no uno solo. Ella tenía más ideas de culpa, ella fue la que se dejó enamorar, ella sabía que sería muy duro y confió en que la distancia no sería impedimento para amar. Confío en las palabras de él. Aquella vez que se miraron a los ojos, cerca del jarillón del río Meléndez, allí en esa tarde de Noviembre cuando el sol estaba por irse al occidente del planeta, se prometieron estar juntos y luchar por ese amor inmaculado que empezaba a florecer. Malditas ideas de culpa que invadían su mente, malditas por siempre.
A qué horas dejó que su vida fuera controlada por el amor. ¿Porque dejó que la cegara esas palabras románticas de eterna felicidad? ¿Ah? ¿Preguntas sin respuesta acaso? Maldita la hora en que dejó entrar ese estúpido sentimiento. Tanto tiempo en tinieblas y tuvo que ver esa luz de vida, caliente y amañadora, para nada. ¡Que locura! Dio ese primer pasó sin saber lo que le afrontaba, pero no quería quedarse a ver como la iba a aplastar la desilusión del amor. Terrible sentimiento si lo piensa uno muy bien. Desgracia infinita la de enamorarse de alguien que vive a kilómetros y peor si lo tienes a la vuelta de la esquina. Mínimo te dejaría porque lo tienes cerca. Hipócritas de miedo.
Se sentó en la biblioteca. Bueno, en un pasillo de ésta, a esperar a sus compañeros de clase para trabajar. Vio como el mundo giraba al lado de ella, esos pasos, esas risas, esos gritos, esas sombras humanas que corrían apuradas y otras que solo deambulaban taciturnas. A pesar de todo trato de sonreír, pero el recuerdo de su actual amor, solo le dejo asomar en su rostro una muy tenue e infame sonrisa. Suspiro tras suspiro, pensaba que con ello su dolor se iría. ¿Cómo volver a la normalidad? ¿Cómo? Las imágenes de su novio, besando, acariciando y amada a otra mujer las idealizó en su retina. Infame, maldita, descarada. Una ladrona. Una descarada. Que rabia, que ira, que dolor, que… que… no aguantaba más el estar así. Eran imágenes. En verdad ella desconocía cual era el motivo de estar perdiendo a su amor. En su interior pensaba que la culpa la tuviera ella, por estar lejos y que no fuera que una intrusa estuviera dándole el amor que ella no había podido dar al máximo en estos 7 meses de haber enlazado sus brazos bajo la luz de Andrómeda. Que doloroso va a hacer darse cuenta que su cuerpo no volvería a ser tocado, incluso que sus olores no se mezclarían invadiendo de fragancia la habitación; que sus labios despintaran los suyos; que su piel no se manchara más de sus besos; que sus cabelleras no estarían atrapadas en sus manos; que no vería la sonrisa cuando en su boca cayeran cabellos de su cabeza; que el sudor de su espalda no humedecería su pecho y no vería como esas gotas bajaran desde su soleada melena recorriendo la espalda hasta terminar en esos lindos huequitos cercanos al inicio de sus lustrados glúteos; y que sus piernas jamás se volverían a cruzar en la esquinas de la cama.
Cuanto
añoro que sus ojos se encontraran de nuevo y recordar el impacto del sol en sus
ojos, así como cuando se vieron por primera vez a la cara. Día tras día, pidió
volver a juntar sus manos; sus sueños por realizar; Pero ahora, empezó a pensar
que solo fue eso, sueños. Sueños que no verán la luz, se quedarían en el mundo
de Platón. Su mundo mágico se derrumbaba segundo a segundo, y como se filtraba
por esos fuertes muros construidos de ilusión, la duda y la discordia. ¿Qué
hizo mal? ¿Qué? Pensó que la única forma de estar a su lado era muriendo. En la
muerte sería feliz y tendría la paz tan anhelada; y si esta muerte seria por
amor, podría acompañarlo por siempre y sentir su respiración y verlo cada noche
como lo deseo. Anochecer y amanecer a su lado. Eso quería. Eso anhelaba. Sentir
su aliento pétreo de las mañanas y hacerle bromas por esto, preparar algo de
desayunar y comerlo juntos, acostados aún en la cama, sin hablarse, solo
mirándose a los ojos y saber que lo único que dicen es esa palabra tan
particularmente lejana. Te amo. Maldita palabra, maldita por siempre. Maldita,
mil veces maldita. No tenía ganas de nada, su amor tal vez ya no era
correspondido. Quizás era lo mejor. Si como no, lo mejor. Pensó con su
habitual sonrisa en el rostro, que saldría adelante. Viviría momentos parecidos
con otra persona, pero no olvidaría lo que había vivido. Hay que trascender,
pero que duro será eso. Lloraría mucho esas lágrimas de mar para olvidar. Sí no
hubiera convertido su amistad, no tendría por qué llorar en estos momentos. Al
fin y al cabo lo único que consiguió fue una firme y bella amistad, que
perduraría hasta el momento que abandonara este planeta. Utópica promesa que
anhela se vuelva muy cierta.
Como voy a
vivir sin vos. Respóndeme aunque sea para dejar de ser tan imbécil en esta vida
de lamentos, de difuntos, de lacras y engaños. ¿Dónde está lo que somos?
¿Porque ahora es lo que éramos? ¿Que pasara entonces? Un adiós y ya. Asunto
olvidado. ¿Que pasara conmigo y nuestros sueños? Mi corazón siempre, siempre,
siempre será tuyo…
Sabía muy
bien, que debía ser valiente y continuar el camino de piedras. Sabía
perfectamente, como que el sol es una bola de gas incandescente, que su amor
fue sincero y que jamás, jamás, jamás tendría uno como aquel. Como aquel amor
que él le dio desde el momento en que le conoció.
Ahora es
consiente, después de tanto llorar y pensar, que no puede llegar a imaginar
cuanto duele despertar y no tenerlo, no se imagina sus noches sin luna que
oscurece la casa del oeste… Allí regresaría arrastrando su alma, caminando
entre los árboles del parque del Perro; allí regreso bañada en lágrimas, con
sus ojos llenos de amaneceres, desdichada y cansada. Admitiendo que no era
justo que él sufriera por no poder tenerla cada día y poder besarla en la
noche, y aunque su amor era eterno, por ahora debía dar un paso al lado y
dejarlo seguir, que fuera libre de esta atadura tan fría que los estaba
uniendo. Él no soportaba más estos inviernos y solo verle cada mes, necesitaba
esa alma de mujer a la que pudiera rodear con sus brazos y decirle cuanto le
amaba. Ella le dijo que le esperaría cuanto fuese necesario, que en verdad le
amaba como a ninguna otra persona, pero eso no bastó para que el dolor sentido
fuera curado. Valiente amor, que no ayuda a nada y más daño hace. Maldito
sentimiento. Quizás el amor no sea el eje del mundo. Hasta él se lo aseguro.
Pero siempre confió, por lo que aprendió que sí lo era. Pero terriblemente
debía saber que su felicidad seria a costa de este amor. Que ya no más, que en
un futuro cuando sus corazones latieran al tiempo y a la misma altura sobre el
nivel del mar, volverían a unirse para nunca jamás separarse y ser solo uno. Un
solo ser lleno de amor, de ilusiones por vivir. Solo hasta entonces ella sería
feliz. Pero él, le decía que no, que fuera libre, que si él se liberaría de
esas cadenas, ella no debería seguir atada. Pero no acepto. Preferiría mantener
esa vela encendida, hasta que el volviera de su viaja y con la misma
envergadura de sus brazos lo abrazaría hasta que sus suspiros llenaran sus
almas de nuevo.
domingo, 26 de febrero de 2012
Esperando por vos.
Me gusta
acariciarte con mis palabras
Porque en este
mundo virtual
Donde no existe
la piel sino las sensaciones
Solo ellas
pueden llegar hasta vos
Y hacerte sentir
lo que yo siento
Me gusta dejar
que escapen
Para que jueguen
con tu piel
Trepen hacia tu
boca
Y al llegar a
tus oídos aniden allí
Y así, queden en
vos
Escondidas en la
magia del instante
Como el más
dulce de los secretos
Me gusta
halagarte
Porque
despiertas mi deseo
Porque provocas
mi ternura
Porque mi tiempo
transcurre en el sueño del tiempo compartido
En la esperanza
de los tiempos acordados
En las ganas
huérfanas de vos
Me gusta soñarte
porque te siento sin sentirte
Porque te veo
aun sin verte
Porque te espero
y te seguiré esperando
Porque sé que estás
ahí esperando por mí
Este en
definitiva soy yo un soñador romántico
Y apasionado
Tan solo un
hombre solo esperando siempre por vos
sábado, 28 de enero de 2012
De mis historias de amor.
Soy Sebastián Zuluaga y estoy enamorado. Alguna vez pensé que enamorarse era parte de la vida, casi como una obligación, algo que debía hacer en algún momento. Sin embargo en estos 4 meses me he dado cuenta que estaba muy equivocado en la palabra “obligación” y la he cambiado por “privilegio”, simplemente digamos que alguien ha hecho que cambie de opinión. La niña de la que les hablo que hace latir el corazón se llama Alejandra y cuando hablo con ella hago caras extrañas que todos notan.
Puede decirse que fue accidental o algo que debía pasar, sea como sea la conocí de una manera no personal. Hablamos y hablamos por horas nos contamos secretos, dijimos locuras, hasta que yo me despedí con un “me gustas” y me fui. Después de eso ella se convirtió en mi adicción, no podía dejar de hablarle y quería verla como fuera, robarle un beso o al menos abrazarla si mi yo-atrevido no salía a relucir en la situación.
Lo había planeado por días, iba a verla, iba a tenerla entre mis brazos, iba a acariciarle su rostro. Luego de mucha espera, retrasos que no dependían de mi y otras partes de ese día que lo único que hacían era irradiar ira por perder horas de ver a mi amor, llegó y subió aquella loma que me acercaba a sus mejillas a medida que yo tenía el corazón en la mano y pesaba “¿Esta camisa hindú estará bien?” “¿Le gustaré?” “¿Estoy bien peinado?” “Estoy demasiado sudado, ¿lo notará?”. Y luego la vi, estaba justo en frente de mí, subiendo esas escaleras a toda velocidad pero yo la veía en cámara lenta, su cabello ondeaba al viento y sus ojos de largas pestañas, ocultos bajo esa sonrisa, parecían una fantasía traídos desde una tierra árabe, tan sensuales como las historias de la Scheherazade. Una vez llegó abajo notó, que me acompañaba un niño que se alejó un poco del escenario y de sorpresa me dio un abrazo que me acercó a su olor a naranja penetrante y a la suavidad de su cabello, jamás me había sentido tan querido, tan apreciado. Mi mano derecha se posaba en su cabeza y la izquierda rodeando su cintura, ella sujetaba mi cuello como si no quisiera apartarse nunca de él.
Después de ese momento en que se
nos olvidó el mundo, abrimos nuestros ojos y nos separamos un poco no sin antes
reparar de nuevo en el único espectador de nuestro primer encuentro, lo introduje
como mi mejor amigo y ella reparó en que si fuera mujer se llamaría igual a un
personaje de un programa de televisión, Daniela Franco. Nos miraba con una
sonrisa de oreja a oreja, era apuesto pero ella decía que definitivamente había
nacido con talla baja.
Él simplemente la saludó pues quería conocerla y se despidió de nosotros, no obstante sólo tenía ojos para sus ojos anochecidos y me despedí con un “chao, nos vamos mañana”. 3 meses para conocerla, 3 meses en los que no hacía más que pensar en ella en mis rondas del hospital, 3 meses gastándome (prefiero decir invirtiendo) mis minutos del celular en esa personita que me cautivó el corazón y que encontré por accidente, y ella estaba ahí, podía tocarla, olerla, mirarla. Es más, estaba tan emocionado que temí perder el equilibrio y me recosté en una pared disimuladamente para que ella no notara lo agotado que estaba.
Le di un recorrido por mi facultad
y yo me sentía más enamorado que antes, no podía dejar de ver las vetas rojizas
que brillaban en su cabello oscuro y esos ojos, esos ojos que no vi antes. Me
dijo que no había comido nada porque no había tenido mucho tiempo, así que la
llevé hasta mi auto para llevarla a comer al sitio de comida vegetariana que
tanto me gusta. Mis fantasías se vieron cumplidas cuando por fin, luego de
meses esperando y de esa tarde paseando a su lado con un corazón desgarrándose
de la emoción, pude tocar esos labios que llamaban a los míos a gritos. El
primer beso fue un desastre pues nuestras narices chocaron fruto de mi inexperiencia
amorosa y apenas pude rozar su boca, pero el segundo compensó el anterior y
superó mis sueños, jamás había besado labios tan suaves y cariñosos como los
suyos. Se me erizó la piel y lo único que pude decir al encender el auto fue
“Besas muy rico”.
Puede que no vivamos cerca, no nos veamos mucho, no podamos besarnos y tomarnos de la mano cada vez que queramos ¿y eso qué? ¡La amo! Es apresurado y algunos dicen que el amor no puede darse luego de tan poco tiempo de habernos hablado, yo no lo creo así. Puede que sea un iluso, un ciego, un loco, y en este momento no me importa porque sólo veo por esos ojos de noche.
Ella es mi primer amor, la primera persona con la que puedo decir que estaría dichoso de compartir el resto de mi vida, mis deseos, mis logros y aunque sé que yo no soy el primero por el que ella siente esto, quiero ser el último, el que la despierte con un beso en cada mañana y le acaricie sus cabellos. Incluso ya sabemos cómo se llamarán nuestros hijos, Lucía y Alejandro, ella dice que quiere que Alejandro se parezca más a mí; sabemos también dónde viviremos, en qué país, a qué nos dedicaremos, por qué playas pasearemos tomados de la mano.
Algo que a ella le molesta un poco es que puedo llegar a ser bastante celoso y me molesta que hable mucho a sus amigos hombres porque es algo coqueta para ser sincero. Y para hacer este amor algo más raro, creo que esos celos son parte de lo que me enloquece de ella, aparte de su temperamento tan efímero y volátil, su brillantez y su forma tsundere de decirme que me quiere. La extraño y cada día deseo que entre sus ocupaciones y las mías podamos vernos, que se acuerde de mí, que me ame, que me extrañe, que tenga un tiempo para poder llamar y decirle “Te amo mi princesa alada de mis sueños más hermosos y ojos anochecidos”.
Yo no he tenido una vida muy feliz y creo que este no es el momento para
escribir detalles, pero siento que cuando veo esos ojos negros, me sonríe, mira
hacia arriba y me dice “Oppa” siento que todo de lo malo que tuvo el pasado lo
tendrá de feliz el futuro.
jueves, 26 de enero de 2012
Siempre enamorado de ti!
martes, 24 de enero de 2012
Un médico perdido.
-Tanto revuelo en Salamina, ¿por un desaparecido?
-Es que se desapareció el Doctor desde el Domingo.
-Hoy es Lunes…debe estar por ahí.
- Pero está desaparecido, mire cómo está el país!
que peligro, ¿qué le habrá pasado?
- Pero es Lunes, mujer! Entiende… aún no lo pueden
catalogar como desaparecido…
-Pero pobre de la mamá, debe estar llorando!
-¿Y?
-Es el dolor de madre, hay que rezar para que
aparezca el Doctor!
-AÚN NO ESTA DESAPARECIDO! No lleva ni 24 horas!
-Insensible! insensible! ¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso no piensas en nuestro hijo? Yo me muero si él se desparece así!
- Aghhh Mujer… No voy a pelear, pero lo único que te diré y espero no me reproches es: Si ese muchacho no fuera médico, ¿entonces? ¿Lo estarían buscando? ¿Lo buscarían si fuera un campesino sin estudio, desaparecidos hace unas pocas horas? ¿Lo buscarían si fuera una anciana con enfermedad terminal? ¿La buscarían? o dirían que ¡Dios sabe cómo hace sus cosas! ¿Le van a echa de nuevo la culpa a Dios? Creo que el pobre tipo debe estar escondido y sabrá solo él, porque se fue de su trabajo. Pero aquí lo que hay que resaltar, es ese amarillismo televisivo mantienes viendo! ¿Es que acaso alguien no puede tan solo estar un tiempo relajado y libre de tanta atadura de tecnología e información? Pero si me gustaría saber, entonces porque no sale en el noticiero el viejito que se perdió en enero, o el vagabundo que ya no volvió a la panadería a pedir migajas, o que paso con la quinceañera, con su traje en la foto en la cartelera de la iglesia ¿ahhh? dime! dime! Solo lo buscan porque es un médico. Si todos valemos lo mismo, ¿por qué no buscan al resto? Claro que hay que buscar al médico, pero todo a su tiempo, de eso se encarga la policía, pero deberían hacer lo mismo con TODOS! Hay familias que esperan una noticia, cualquiera, pero muchos padres mueren sin saber qué pasó con sus hijos y lo peor de todo es que el Estado no los buscó, porque nunca salieron en el noticiero, eran donnadies. Eso no es justo mujer!