jueves, 19 de abril de 2018

La Familia Afgana.

Hace 24 años mi tío Cesar me dio un regalo a su llegada a la finca. Era un billete verde, de José Asunción Silva. Era muy verde y aún sigue siendo el billete más bonito porque tiene animales ocultos y un poema que no se puede leer pero es como el poema más importante que él escribió. Con ese billete mi papá me dijo que podría comprar lo que yo quisiera. Y yo quería una camisa de Mickey Mouse. Me gustaba todo lo de Mickey Mouse. Así que me llevó a la ciudad. No sé a cuál ciudad. Pudo ser Armenia, Pereira, Medellín o Cali. Pero era una ciudad de cielo gris, de huecos en la calle, de aceras difíciles de andar y basura. Cómo todas las ciudades. En el caminar a la tienda donde compraría esa camisa de Mickey Mouse, nos detuvimos frente a una familia Afgana. Si, una familia Afgana. Eran tres. Papá. Mamá. Y un niño como yo. La misma edad. El mismo color de piel. El mismo color de pelo, los mismos ojos negros y los dientes grandes. Y digo que eran afganos por su ropa. Era gris, con tierra, vieja y muy usada. Estaban sentados en la acera. Con costales y restos de comida. Eran indigentes. Desplazados. Pobres. Necesitados. O como quieran llamarlos. Para mi serán siempre la familia Afgana. La mamá Afgana tenía la piel café, cabello negro, sonreía con sus perlas intactas y se sentaba de primero, al lado del papá, quien se notaba preocupado pero sonreía. Y en su regazo, el niño. Un niño pequeño y delgado. Que jugaba y me miraba a los ojos y sonreía. Mi papá me dijo frente a ellos: ¿quieres darle el billete a ellos o comprar la camisa de Mickey? Que difícil pregunta para un niño, para un adolescente o a un adulto. Era ayudar a una familia y olvidar el deseo que tenía! Mi regalo! Me lo merecía! Mi tío Cesar me lo dio! Pero, ¿me lo merecía? ¿Que había hecho yo? Yo solo fui a saludarlo cuando llego! Era lo único que había hecho.
Entonces uno podría pensar que la pregunta de mi papá hubiera hecho algún efecto en mi. Y si. Mi papá preguntó: quieres darle el billete a ellos o comprar la camisa de Mickey?! Y en un acto de niñez, agarre mi billete con el puño, con mucha fuerza, me giré y dije: “Es mi billete. Quiero una camisa de Mickey”. No sé si mi papá les dio algo a la familia Afgana. Mi memoria de 4 años solo recuerda tres episodios. A mi Abuela Aura pasar de un lado a otro con su chal morado. Un dibujo que le hice a mi Abuela Maria. Y el episodio de la familia Afgana. Solo después recuerdo dando el billete de 5.000 pesos al vendedor de mi nueva camisa. La camisa no costaba 5.000 pesos y mucho menos si es de Mickey.

Sé que solo tenía 4 si quiera. Tal vez mi actuar era lo esperado en un niño de 4 años. 
Pero ese día yo pude ayudar a esa familia Afgana. Yo rechacé a ese niño. A esa mamá. A ese papá.
Esa familia necesitaba ayuda. Tal vez en 1994, 5.000 pesos era mucho dinero. Tal vez pudieron comer mucho ese día y el siguiente y el siguiente. 

La cara de la familia Afgana siempre estará en mi mente. Por eso muchos años después empecé a restaurar mi culpa.

Por eso es que le compro cuanta vaina me ofrecen. Por eso compro maní, galletas, lápiceros y pulseras que no me voy a poner. Por esa misma razón hago donaciones, presto dinero, le compro los medicamentos a los pacientes, no cobro los favores, doy propina, pago con billetes grandes para que no me devuelvan cambio los taxistas. Por eso siempre digo” deje así”. Por eso regalo mi ropa con el mínimo daño o sensación de que no me queda. Por eso le contesto las consultas por teléfono, por eso oriento a las personas y no limito a decir: “no consulta por WhatsApp”. Por eso cuando me roban mis cosas pienso que ojalá les sirva para comparar comida, que ojalá con lo que me robaron puedan hacer feliz a sus niños. Por eso he tratado de ayudar a quien más pueda, tratando de pedir disculpas a esa familia. Llevo años y creo que aún faltan más para que me perdonen, que me perdonen por no ayudarlos cuando más lo necesitaban. 

Ese acto me cambio. Yo espero que alguna vez en su vida, sea donde estén, perdonen a ese niño de 4 años que nos los ayudo una mañana gris en cualquier ciudad del país.

Perdón.