jueves, 28 de marzo de 2019

Paz en Colombia.

En algunos años, si tengo hijos, les podré contar que yo hice parte de las personas que querían la paz en un país en guerra por 53 años. Que vote por el SI a los acuerdos de Paz del gobierno Santos y las FARC. Que me leí las doscientas y pico hojas del acuerdo para entender que iban a pactar.  Que al decir SI, que al buscar un cambio, su papá, o sea yo, fue tratado de delincuente, de guerrillero, de izquierdista, que me insultaron en el trabajo, que me amenazaron por mensajes de facebook, perdí amigos, gane otros, conocí la realidad de las mujeres violadas, conocí el dolor de la guerra en la cara de mis pacientes, que viví un año y medio en Trujillo donde se cometió una barbaridad entre las AUC, las FARC y el ejército nacional, que hasta mi propia familia no creía que yo apoyara este pacto. Les diré que su papá viajó por el pais, que charlo con los Cordobeses, los Guajiros y los Caucanos, que comprendió más cosas de las que salen en el noticiero, que fue voluntario de la ONU y de UNICEF Colombia, entidades que apoyaron el desarme de las FARC, que conocí a los niños de la guerra, que entendí que si mi abuela Maria, pudo perdonar a Carlos Castaño jefe de las AUC por el asesinato de mi abuelo, todos podíamos perdonar. Que quería un país tranquilo y en paz, que cuando saliéramos al mundo no fuéramos los Colombianos amigos de Pablo Escobar y la cocaina, fuéramos los Colombianos amigos de la Paz.

Hoy estoy sentado en este monumento a la paz, un monumento a las victimas de guerra y de violacion, un monumento al silencio y el dolor que dejó la guerra, un monumento del cual yo hago parte porque entendí qué hay que perdonar ahora, que la justicia llegará, debe ser ahora y no en tiempo celestial. Hoy sentado sobre las piezas de metal, sobre 37 toneladas de metal, sobre 8.994 armas de las FARc, hoy y siempre será SI.