lunes, 29 de abril de 2019

Amarillo.

Estaba pasando revista en el piso de Pediatría, muy a las 7 de la mañana, como siempre. Pase al cuarto de una niña, la revise, hablé con los papás y noté que la niña tenía la mirada baja, le pregunté si se sentía bien, me dijo que se sentía mal porque tenía los ojos amarillos por su enfermedad. Yo me quite las gafas y le dije mírame a los ojos. ¿Qué color son mis ojos? La niña muy emocionada dice: Amarillos! Son amarillos como los míos!  Le dije: ves que no sucede nada! Somos diferentes, somos mutantes-le hice señal de puño y ella lo chocó-así que no pasa nada si tienes los ojos amarillos, la piel amarilla, la lengua amarilla. Ser amarillo es mejor! Y mira, yo soy el médico que está aquí, soy un doctor amarillo. Y como eres amarilla eres especial y vas relucir, pero tienes que estudiar y ser muy juiciosa, para que te digan esa abogada amarilla es la mejor, esa médica amarilla es la mejor, esa profesora amarilla es la mejor!

La próxima vez que esa niña se mire al espejo, así como me paso a mi, recordará lo que alguna mañana un mancito le dijo y se sentirá bien. 



Amarillo: la niña tiene síndrome de Alagille y el mancito tiene síndrome de  Gilbert.