martes, 14 de diciembre de 2021

Santander.

En Santander de Cantabria, donde las montañas se asoman, como una sábana de Ramas, con caminos perplejos y zigzagueantes, caminos de hormigas y mulas, de Torres y Valles, de azules y verdes. 
En medio del sol, su brillo es el que da calor. 
Suspiros dóciles, ternura infinita, júbilo juvenil, la fuerza de un león y la ternura de la cría. 
Un infinita oportunidad de fragancias y texturas, de sueños en noches fulgurantes y endurecidas.
De ojos bravos y mirada desafiante, que se nublan con la sonrisa de mil cuarzos.
Estrellas que adornan su matiz, estrellas que brillan en su pequeña nariz.
Entramado delgado y altivo, rebotando como globo entre el cañón y las peñas. 
Vencedor de centauros, higuera de montaña dulce, cordillera de caricias infinitas.
Aliento a manzanas y miel, de tizne ondulado y manos largas que acariciar anhelan.
Eres luz de vida, recinto de añoranzas, despertar de amores y cuna de latidos. 
Invisible al ojo, intangible pero tan calido y cercano. 
 Retumba tu ser entre los Santos. Retumba desde la Sabana al Valle. Retumba el amor del Santander. Retumba el cuerpo que quiere envolver.
Sin dejar de soñar, es una maravillosa realidad qué Santander retumba más allá de lo qué se puede tocar y por eso se añora como suspiros de medianoche. 

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